Sepamos descubrir la presencia de Dios en nuestras vidas
(15 de noviembre de 2013)
En el día de hoy, el evangelio nos habla de la indiferencia del hombre ante el plan de salvación de Dios. Esta idea se ejemplifica en el caso de Noé y Lot, los cuales eran signos de conversión para el mundo, pero fueron ignorados y por esto las consecuencias del pecado no se hicieron esperar. Algo similar dice el libro de la Sabiduría, al reprobar que el hombre se queda en la belleza y grandeza de las creaturas y no llega a descubrir en ellas el anuncio de la grandeza y belleza sumas del creador. Bien, estos ejemplos e indicaciones deben servirnos a nosotros para replantear nuestras vidas y abrir los ojos para ver la presencia de Dios en los diversos acontecimientos de nuestra cotidianidad. ¿Cuántas veces somos simples en nuestras concepciones del mundo?, ¿cuántas veces nuestras interpretaciones son tan racionales que dejan escapar el espíritu de lo eterno presente en nuestra historia personal que es la continuación de la historia de la salvación? Pidámosle al Señor que nos dé agudeza visual para ver su acción en nuestras vidas y así darle un nuevo sentido a nuestra existencia.
Propósito: hoy seré amable en mi trato con los demás y así seré signo en el mundo de la presencia de Dios.
ORACIÓN: Señor, tú que te encarnaste en las entrañas de María para compartir tu vida con nosotros, danos ojos de fe para verte actuando en el presente de nuestra historia.
Carlos Andrés Castaño, Seminarista Paulino
El Reino de Dios está dentro de ti
(14 de noviembre de 2014)
Jesús en el evangelio de hoy nos dice: “El Reino de Dios está en medio de ustedes”, ¿qué quiere decirnos esto nosotros? No tenemos necesidad de buscar lo espectacular para encontrar a Dios, pues Él está en la intimidad de nuestro ser, no se trata de un show extraño, lleno de luces refulgentes y variados colores; no, se trata de lo cotidiano de cada día, allí es donde podemos percibir y vivir el reinado de Dios. En ocasiones pedimos al Señor grandes milagros, señales prodigiosas y cosas que en vez de iluminar nuestra fe la enredan en acontecimientos que no pasan de ser sensacionalistas. Vivir el Reino es hacer nuestras tareas diarias sin perder de vista el horizonte, se trata de vivir en nosotros sin vivir en nosotros, es decir, dejar que sea el Señor el que transforme nuestra vida y haga de ella una manifestación de su amor en el mundo. “No vayas fueras, vuelve a ti mismo, en el interior del hombre habita la verdad”, esta frase de san Agustín revela la realidad de un Dios dentro y no fuera de nosotros, un Emmanuel, Dios-con-nosotros, que nos ofrece su vida desde nuestra propia realidad.
Propósito: pensaré cómo puede hacer ver hoy en mi vida la presencia del Reino en el mundo, y luego lo haré.
ORACIÓN: Señor, tu Reino no es un espectáculo, tu Reino es sencillez, ayúdanos a comprender esta realidad y a vivir con alegría tu presencia en nuestro interior.
Carlos Andrés Castaño, seminarista paulino
“Levántate, tu fe te ha salvado”
(13 de noviembre de 2013)
En el evangelio de hoy se nos presenta la figura de diez leprosos que gritan a Jesús que tenga compasión de ellos. Jesús, al oírlos, les dice que vayan donde el sacerdote y en el camino quedan sanos, mas sólo uno se devuelve a dar gracias. Éste modelo ocurre muy frecuentemente en nuestra vida, sobre todo cuando decidimos ir al sacramento de la reconciliación; allí, Jesús nos mira y nos perdona en el mismo momento cuando le pedimos su misericordia, pero nos pide ir a sus ministros y confirmar la acción de su gracia en nosotros. Ir al sacerdote no es poner la confianza en el perdón que un hombre me da, sino confirmar el perdón de un Dios que me ama. Sin embargo, aquí viene la segunda parte, ¿somos agradecidos con ese Dios amor que nos perdona?... todos tenemos algo de que ser sanados, todos somos leprosos heridos con las llagas del pecado, y Jesús nos sana, a Él le fascina curar nuestras heridas, pero, cuando volvemos a darle gracias, Él pone en esas cicatrices su acción poderosa y nos da la gracia de no volver a herirnos con la espada del pecado. No basta con que le digamos a un sacerdote nuestros pecados, mucho menos basta confesarse ante un crucifijo…no, debemos ir cada día al Dios del amor, que nos perdona y nos da sus gracias, su desinfectante para que las cicatrices de nuestro corazón sean sanadas y seamos así reflejo de su gloria.
Propósito: piensa de qué necesitas ser sanado, piensa hace cuánto no vas al sacramento de la reconciliación y decídete ya a ir al Dios que te ama y te espera aunque seas el más pecador.
ORACIÓN: Señor, tú que me muestras cada día la infinidad de tu perdón, enséñame a ir a ti con frecuencia y a perdonarme a mí mismo, sabiendo que tú me perdonas, para así poder perdonar a mis hermanos.
Carlos Andrés Castaño, seminarista paulino
Ser esclavos de Dios es ser verdaderamente libre
(12 de noviembre de 2013)
En el día de hoy, las lecturas nos tocan el teman del servicio a Dios y de la justicia ante Él. Pareciera que la frase del Evangelio fuera una ruda expresión de un Dios esclavista: “No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer”, pero no es así. La frase trae consigo toda una catequesis de cómo funciona el pensamiento y la bondad de Dios; pues cuando trabajamos mucho por el Reino de Dios entonces tendemos a ser orgullosos y a suponer que las grandes obras que realizamos son fruto de nuestra inventiva y capacidad talentosa. Bueno, de esto quiere librarnos el Señor, porque en realidad las cosas buenas que hacemos son hechas por Él en nosotros, y así, sólo somos valiosos instrumentos en sus manos. No quiere decir esto que Él nos use y luego nos deseche, sino que da a nuestra labor una dimensión más alta que la de la simple gloria humana. Alegrémonos de ser unos “pobres siervos”, pues así será de grande nuestra recompensa en el cielo.
Propósito: pensaré dónde está puesto mi corazón, ¿en la gloria humana o en la gloria de Dios?
ORACIÓN: Señor, tú que siendo nuestro amo nos das la verdadera libertad; ayúdanos a ser simplemente instrumentos en tus manos, pues así seremos verdaderamente felices.
Carlos Andrés Castano, seminarista paulino